martes, 12 de octubre de 2010

El cubierto y la Buena Mesa en la Edad Media

Actualmente nos resulta cotidiano el uso de los cubiertos: cuchara, cuchillo y tenedor; que de acuerdo a la ocasión y al menú se le añaden algunos otros para productos específicos como la mantequilla o el pescado, pero no siempre ha sido así.

Desde tiempos remotos, el hombre ha tenido que utilizar la cuchara y el cuchillo para alimentarse, pero el uso del tenedor se generalizó en la alta sociedad hasta finales del siglo XVIII. Cabe mencionar que ya se utilizaba un instrumento muy similar pero no para llevarse los alimentos a la boca.

En un principio se utilizó la rebanada de pan como plato, mas tarde se cambió por el uso de loza, que en las mesas de la nobleza se podían encontrar piezas de oro y plata, incluso con incrustaciones de piedras preciosas, donde la alta aristocracia se alimentaba elegantemente con la mano, pudiendo hacerlo según las reglas de etiqueta sin meter mas de tres dedos al plato.

El uso del tenedor tardó en ser aceptado ya que la iglesia lo satanizaba, llegó a llamarlo instrumentum diaboli porque su uso era considerado un exceso y una extravagancia.

Catalina de Mereci lo introdujo en la corte francesa en el siglo XVI al casarse con el rey Enrique II, cabe mencionar que también lo usaba para rascarse la espalda. El uso del tenedor tenía fama de cursi por lo que se generalizó su uso hasta finales del siglo XVIII.

El Rey Sol (Luis XIV) conocido por ser un gran gourmet y comer en abundancia, acompañado de su séquito todos elegantemente ataviados con joyas, encajes y sedas, finos vestidos bordados y sombreros con fino plumaje, después de los banquetes quedaban llenos de manchas.

Hay una historia simpática de lo antes mencionado, se cuenta que cuando se reconoce como rey a Jacobo III por el Rey Sol, Jacobo ofrece una comida en su palacio para el rey Sol y su séquito. Durante la comida se propusieron varios brindis a nombre del rey, en cada uno de estos los aristócratas se tenían que levantar y descubrirse la cabeza, por lo que el rey en agradecimiento solo tenía que llevarse la mano al sombrero.

Fueron tantos los brindis que se hicieron a su salud, que cuando llegó el postre las plumas de su sombrero estaban rígidas y despeinadas por el efecto de la salsa.

Chef María Fernanda Venegas
Chef de Cocinas de Aprendizaje



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